"So liebe, kleine Kinderlein!"
"La Flauta Mágica está llena de incongruencias, desde los detalles como que la propia flauta se describe primero “hecha de oro” y más tarde “tallada de un roble”, hasta descuidos más fundamentales como que las Tres Damas, el mal, conduzcan a Tamino hacia los Tres Niños, el bien, o, por ejemplo, qué hace un malvado como Monostatos en el templo de la Sabiduría.
Pero, ¿qué más da? Todo esto viene a significar que la ópera se escribió sin pensar que sería la gran obra maestra histórica que acabó siendo. Probablemente Mozart la compuso simplemente para divertir y entretener a las clases más humildes que poblaban el teatro de su amigo Schikaneder.
Otro punto interesante es que no se especifica el lugar de la acción ni la época, por lo que resulta una inmejorable oportunidad para mostrar la creatividad de directores y escenógrafos.
La Flauta Mágica no es sólo una parábola de la lucha entre el bien y el mal, de lo ridículo y lo sublime, de elementos masculinos y femeninos, es, sobre todo, una obra genial que reúne todas estas contradicciones ensalzando el amor por la verdad, la solidaridad mutua, la justicia, la fraternidad y la tolerancia. Es, en esencia, una historia maravillosa con una música maravillosa, en la que todos somos felices al ver el fácil triunfo de la luz y la verdad sobre el oscurantismo; en el fondo, es la búsqueda de la felicidad. Un cuento de hadas sirve exactamente para esto, ya que sólo la imaginación nos ofrece lo que la cruda realidad nos suele esconder.
La salud de Mozart empeoró gravemente y el 5 de diciembre de 1971, pasados tan sólo dos meses del estreno y con la ópera todavía en cartel, murió con sólo 35 años. Pero La Flauta Mágica seguirá llenando de diversión los teatros del mundo entero por muchos siglos."
Miah Persson y Bryn Terfel, "Papagena! Papageno!":
Miah Persson y Bryn Terfel, "Papagena! Papageno!":