"... ¡El hecho es que la amo!
Mi pasión es tan fuerte
que me siento la
criatura
más desventurada de este mundo.
¡Qué no habré intentado
en París
por lograr su libertad!...
¡He implorado a
los poderosos!...
¡He llamado y suplicado
a todas las puertas!...
¡Incluso he recurrido
a la violencia!...
Todo ha sido inútil.
Sólo me quedaba un
camino: ¡seguirla!
¡Y yo la sigo!
¡Vaya donde vaya!...
¡Aunque sea al
fin del mundo!..."
(De la "Historia del caballero
Des Grieux y de Manon Lescaut" ,
del abate Prévost.)