sábado, 19 de septiembre de 2015

D'amour l'ardente flamme


"...Dans ses baisers d'amour!"

"En 1828, Berlioz leyó la traducción de la primera parte del Fausto de Goethe y tuvo una decidida influencia en la vena creativa del joven compositor que, inspirado en esa lectura, compuso la que es conocida como su Opus 1, las Huit Scènes de Faust. 

Tras una época de gran fervor creativo y tras haber compuesto, entre otras, la Symphonie fantastique (1830), el Requiem (1837), Benvenuto Cellini (1837), Roméo et Juliette (1839), la Grande symphonie funèbre et triomphale (1840) y Le carnaval romain (1844), Berlioz resuelve a desenterrar su proyecto sobre Fausto. En sus Memoires, el compositor nos hace cómplices del proceso creativo que desencadenó en la Condenación. Comenzó a escribirla durante una travesía que hizo por el viejo continente en 1845 con el propósito de promover y dirigir su música:

  “Fue durante ese viaje a Austria, Hungría, Bohemia y Silesia que empecé a componer mi leyenda de Fausto, el proyecto que había estado pensando durante mucho tiempo. Compuse la partitura con una facilidad que pocas veces había experimentado con mis otras obras. Escribía en cualquier lugar en el que estuviese, en carruajes, en trenes, en barcos de vapor, y aún durante mi estancia en las ciudades, a pesar de las obligaciones derivadas de los conciertos que estaba dando.” [Berlioz, Hector. Memoires. Capítulo 54.]

Fue, sin duda, un periplo verdaderamente fructífero: en Baviera compuso la escena de la posada de Passau; en Viena el aria de Mefistófeles Voici des roses, el exquisito Ballet des Sylphes y la muy célebre Marcha Rákóczy. En Pest compuso el fragmento coral Ronde des paysans; en Praga, en medio de la noche despertó y brincó de la cama para escribir la bellísima Apoteosis de Margarita para no olvidarla, en caso de dejarla hasta el amanecer. En Breslau hizo la canción de los estudiantes. El resto fue escrito en París, en casa, en los cafés, en las Tullerías y hasta en Boulevard du Temple.

[...]

Existe consenso en que en la cuarta y última parte está la mejor música de La damnation de Faust, pues incluye el aria de Marguerite ‘D’amour l’ardente flamme’, seguida por un coro de soldados (ambas provenientes del Opus 1); la invocación de Faust a la naturaleza, ‘Nature immense’, y ‘La course à l’abîme’, uno de los más poderosos clímax en la historia de la música, en el que se emplea un idioma infernal intraducible; en medio del pandemónium..."








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