jueves, 25 de diciembre de 2014

For unto us a child is born

"The Mighty God, the Everlasting Father, the Prince of Peace..."

          "El último ensayo (de "El Mesías") estaba previsto para el 7 de abril de 1742. Sólo se permitió la entrada a unos pocos parientes de los cantantes del coro de las dos catedrales. Y para ahorrar, el espacio del Music Hall en Fishamble Street se había iluminado débilmente. Aislados y dispersos, se sentaban, allí una pareja, allá un grupo, en los últimos bancos para escuchar la nueva obra del maestro venido de Londres. Oscura y fría, la amplia sala estaba envuelta en tinieblas. Pero apenas los coros, cual resonantes cataratas, empezaron a rugir, sucedió algo extraordinario. Sin querer, los distintos grupos se aproximaron unos a otros y, poco a poco, formaron un único y oscuro bloque que escuchaba maravillado, pues a cada uno le parecía que el ímpetu de aquella música jamás oída era demasiado para él, como individuo, y como si tuvieran que flotar y arrastrarse lejos de sí mismos. Se aproximaron unos a otros, cada vez más cerca. Era como si quisieran escucharla con un único corazón, y como una única comunidad religiosa recibir el mensaje de esperanza que, formulado siempre de forma distinta, resonaba en aquellas voces enlazadas entre sí. Cada uno de ellos se sentía débil ante aquel primigenio vigor y, a la vez, dichosamente arrastrado y llevado por él. Un estremecimiento de placer los recorrió a todos, como si fueran un solo cuerpo. Cuando el "Aleluya" sonó por última vez, alguien se irguió repentinamente, y todos los demás, como de un tirón, se levantaron a un tiempo. Sentían que no podían quedarse pegados a la tierra..."

(La resurrección de Georg Friedrich Händel)





3 comentarios:

Maripuri dijo...

¡Madre mía, qué preciosidad de texto! Parece que asistimos a ese ensayo emocionante.

Elena dijo...

Qué maravilla de música y de texto.
Y qué buena idea aunar lo uno con lo otro.

Pteromari dijo...

Preciossssísimo.
Y muy adecuado a la fecha.